Con todo el mundo de resaca pos 8 de marzo, he querido dedicar esta ,mi primera entrada después de mucho tiempo, a las mujeres que han sido parte importante de mi vida.
Por supuesto no significa que no haya habido hombres importante en mi vida, por supuesto que si, mi padre, mis hermanos, pareja, amigos, compañeros, profesores, jefes, etc. pero esta entrada quiero dedicarla a las mujeres, ya que siento que mi entorno ha sido principalmente femenino.
Mi mundo durante mi primera infancia fue mi madre Pilar, mi abuela materna Rosario y mi bisabuela Eulalia, tres generaciones de mujeres que vivían en el mismo hogar y en el que el único hombre era mi padre, gracias a eso guardo en mi memoria tesoros tan valiosos como cuentos antiguos andaluces, nanas flamencas, el sabor de los pestiños, las sopaipas y los roscos de anís, recién hechos y que por muchos que he probado a lo largo de mi vida nunca he podido encontrar tan sabrosos como los que me preparaban ellas, También les debo mi afición a las coplas y al ganchillo. Y eso que ahora llaman "resilencia" pero que ellas me inculcaron como " saber salir a delante y no hundirse nunca".
Mi abuela paterna Isabel, que ademas del nombre me daba cucuruchos y cortes de helado, que me enseño a acordarme de Panete cada vez que me enfadara y a "que la sangre sin fuego hierve", mi tía Conchi, y su nana para dormir a todos los niños de la familia "nono chichet la cameta y el braçet" y mí tia Isabel que como era la más moderna de la familia me enseño a depilarme las piernas y a tintarme el pelo.
Después llegaron mis hermanas, Eva, con la que solo me llevo once meses y que siempre ha sido mi mejor amiga, y quien a tirado de mí cuando he sido incapaz de seguir su ritmo frenético de actividad, yo siempre siendo una niña más parada y una adolescente "tranquilita", si no hubiera sido por ella, muchas de mis mejores y mas divertidas aventuras no las hubiera vivido.
Y mi hermana Esther más pequeña que nosotros, y más cariñosa, a la que en la adolescencia la ignorábamos por ser eso, la pequeña. Y que ya adulta ha estado a mi lado en muchísimas ocasiones, convirtiéndose en un pilar muy importante para mí, mi canguro de urgencias, mi consultora sobre temas "animalísticos" y la única que entiende mis chistes malos y se rie con ellos.
Mis primas Anabel y Patricia, a las que cuidaba como una minimamá.
Mis compañeras de colegio, con las que compartí juegos en el patio del colegio, bocadillos en las meriendas, cumpleaños, broncas de los profesores por hablar durante la clase y virus, muchos virus. Me siento muy afortunada de poder contar todavía con su amistad Encarna, Paqui y Maria.
Y mis amigas de la calle, cualquier niño crecido a finales de los 70 y principio de los 80, tenía amigos en su calle, todos a jugar después de hacer los deberes rápidamente . Las extra-escolares ni se conocían, Por la tarde la calle era para los niños, mis amigas eran Sandra y Maite, con ellas aprendí a saltar a la comba, la cancioncilla de "chicle mas chicle mas chicle americano que se estira que se encoje..."saltando a la goma. Pasabamos la tarde así, inventábamos canciones, saltábamos el sambori y jugábamos a los Ángeles de Charly, a mí siempre me tocaba ser la más fea, la que no lucia esa preciosa melena tan setentera de las otras Ángeles, sino una aburrida media melenita lisa. Hasta inventamos nuestro propio himno, entonces no sabíamos que existía la palabra empoderarse, pero desde luego, el nuestro era un himno para empoderarnos, decía algo así como "somos chicas de gran valor, escalaremos las montañas, cruzaremos ríos..."
Y llego la adolescencia y con ella un cambio de residencia en la familia, si hay una época oscura en mi vida puede decirse que fue esa, viviendo en primera persona la crueldad del bulling, otra palabra que entonces ni conocíamos. Porque también hay mujeres y niñas crueles, que disfrutan haciendo sufrir a otras. Pero aun dentro de esa sociedad rura,l tan típica de la España profunda, que no era tan profunda en aquellos primeros años 80, encontré mujeres que demostraron gran empatía (seguimos con palabras no conocidas) con esa familia numerosa que simplemente quería salir adelante y vivir en paz. La señora Estefania, que fue como una abuela para nosotros en muchas ocasiones, Montse y Concha que nos hicieron unos preciosos camisones para nuestro viaje a Madrid, mi tía Consuelo la del horno que nos regalaba dulces cuando íbamos a compara el pan, y nuestras dos únicas amigas Lupe y Amparo, las hijas del veterinario, compañeras nuestras en esa soledad impuesta por el resto de niños simplemente por ser forasteras como nosotros. Junto a ellas y a mi hermana Eva aprendimos a maquillarnos, peinarnos como la de "Mecano", a usar nuestros primeros sujetadores, escuchábamos los 40 principales, leíamos el Nuevo Vale y el SuperPop e imaginábamos que estábamos enamoradas por primera vez.
Y crecí, y vinieron nuevas experiencias, y nuevas amigas, mis compañeras de la residencia de estudiantes Bego, Reme, Mariam ... cigarrillos y martini de garrafón para sentirnos mayores, La Zona de Teruel, confesiones en las literas, imperdibles en las orejas, ropa negra, y poesías en las carpetas. Y mis compañeras de clase del Politecnico, Aurora, Esther, Maria, Anabel, Mayte,Sonia, Rosa, Silvia, Julia, Alicia, Conchi, Merche y las que me dejo en el tintero, aire fresco, gente que no te daba de lado por no ser de allí, gente que o bien era tu amiga, o te dejaba vivir, y con la que hemos retomado la amistad gracias al bendito facebook pero a la que me es imposible seguir el ritmo, los años han hecho mella en mí y misteriosamente en ellas no.
Con mis primeros trabajos llegaron mis compañeras, algunas de ellas se convirtieron en amigas a simple vista, otras con el trato, como Aurora con la que aprendí que el tener distinta ideología no impide a dos personas llevarse bien, nos casamos con unos pocos meses de diferencia y soñamos juntas con vestidos de tul, ramos de flores y lunas de miel. Aurora, a la que un exceso de velocidad separo de su familia, de sus tres pequeños hijos y de este mundo. Tere, cuantas veces a lo largo de estos casi 25 años ha sido mi paño de lagrimas, y cuantas lagrimas han sido provocada por las risas con las que terminamos siempre nuestras conversaciones. Ana, otra de mis "Reinas del Arroz", Cristina si hay una palabra que la defina es luchadora, compartimos la experiencia del primer embarazo, de ser madres por primera vez, pero la gane yo por quince días, Marga con la que aprendí muchísimo y el resto de mis compañeras, que me daban naranjitas, buñuelos de calabaza y que me trataron siempre con tanto cariño. Los empleos fueron cambiando y con ello las mujeres que pasaron a ser parte de mi vida, mi compañera de cursillo Pilar, que debe ser una amistad hecha en el cielo, porque desde el primer día parecía que habíamos sido amigas de toda la vida. Mis SanJuaneras, Inma que tanto apoyo me dio cuando pensaba que no podía aguantar ni un día más en aquel sitio y Carmen no solo me enseño todo lo que tenia que saber sobre nuestro trabajo si no que consiguió que aprendiera algo que no había logrado nadie.... que aparcara bien de una vez. Mi prima Cris, mi kelyprima, cuantas aventuras hemos compartido durante esos 9 meses en los que fuimos albañilas. Y desde luego mis pequeñas Fragel. Laila, Laura, Eva y Cris, cariño es poco para definir lo que siento por ellas, siempre dando todo de ellas mismas para ayudar a los chicos que acuden a la asociación y siendo mi apoyo cuando las fuerzas flaquean, aguantando mis locuras diarias y mis "historietas de abuela Anacleta".
Mi suegra Mari, a la que considero una segunda madre. y la que me ha demostrado a lo largo de estos treinta años que la leyenda de las suegras malas es eso, una leyenda.
Hay tantas mujeres importantes en mi vida, a las que agradecer lo que me han aportado que no acabaría nunca, pero no quiero dejar de nombrar a Laura, que compartió conmigo los inicios del proyecto de la asociación y a la que siempre he considerado mi amiga, a mis madres quemadas, esa especie de tribu que formamos junto con nuestros hijos hasta que ellos marcharon solos, Mariajose, Nieves, Merche, Marcela, Silvia. A Nathalie pura dulzura y bondad. A mi amiga Inma con la que es imposible aguantar más de diez minuto sin reír a carcajada limpia. A las psicólogas que ayudaron a mi hija a ser la mujer que es hoy, otra vez mi Laila y mi Laura, y Laura Siero, a Marijose que fue el ángel que cuido de Celia en el instituto. A las mujeres que me creyeron y no se lo pensaron dos veces al dar la cara por mí, cuando otras mujeres quisieron hacerme tanto daño que ensuciaron y despreciaron todo lo que se había levantado debido en gran parte a mi esfuerzo y dedicación, nunca podré olvidar que con su fuerza y decisión suplieran las mias que estaba completamente anuladas por la impotencia ante tanta injusticia. Tere, Sandra, Raquel y ahora Gracia
Y por supuesto las dos mujeres más importantes de mi vida, mis hijas Celia y Elena, con las que aprendí lo que es el amor verdadero e incondicional y de las que cada día me siento mas orgullosa.
Todos tendréis una lista como la mía de mujeres que os han hecho ser lo que sois hoy en día, mujeres que sin darse cuenta han cambiado de alguna manera vuestra vida, mujeres que día a día os hacen ver el lado bueno de la humanidad. Y a las que hay que reconocer su valor.