Se acabo la calma chica

Ya me parecía a mí que esto duraba demasiado, casi un año sin ingresos hospitalarios ni recaídas, mucho tiempo para lo que estamos acostumbrados. Así que se cumplieron mis malos presentimientos y estamos de vuelta en el I.V.O. ese hospital redondo que da tanto miedo a los que no lo conocen pero que representa una esperanza para quienes si que lo conocemos, al principio de ir allí asusta, tantas personas sin pelo, con pañuelos, pelucas, salas con nombres que imponen respeto, sala de quimioterapia, consulta de oncología, hematologia, batas blancas, habitaciones silenciosas, luego con el tiempo te acostumbras y al final es casi como tu segunda casa, recuerdo que mi sobrina Roser que era casi un bebe cuando pasábamos por la puerta decía - mira la casa de la yaya. o cuando mi hija Celia al ver el color amarillento de mi madre le pregunto que porque tenia el mismo color que la sopa de fideos, niños!! te sacan la sonrisa hasta en los peores momentos. Espero que esta vez la estancia sea corta y volvamos pronto a la calma chicha....
Mientras tanto a capear el temporal, como siempre, a los turnos para quedarse en el hospital, las largas noches, a esperar las novedades que nos dan los médicos, a leer el periódico gratuito que reparten en la puerta, a comer los bocadillos de la cafetería y a contar anécdotas divertidas para intentar alegrar las largas horas que pasamos allí, donde parece que el reloj no corre.
Intentare encontrar un huequito para seguir escribiendo cosas en este blog que me sirve de distracción, e intentare poner cosas bonitas que me hagan olvidar las cosas no tan bonitas que veré estos días.